Tuvimos muy mala experiencia con Sara Rodríguez Poyo. Lamento haber puesto la salud de mi hija en sus manos. Tras años con ella, tuve que cambiar de ortodoncista porque temía no llegar a buenos resultados y al leer la historia clínica que le solicitamos los padres, descbrimos que había perdido un tiempo muy valioso para el tratamiento de un niño, y cuyos resultados van a afectar a la masticación, respiración, fonación y estética facial. Comprobamos que faltaban pruebas para el diagnóstico y todo era un desastre desorganizado. Lo peor, para quitar los brackets, nos pidió firmar a los padres una renuncia a nuestro derecho a futuras demandas, lo que es un derecho que tiene cualquier paciente, en este caso una niña a la representamos como padres.

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